Hemos escuchado que las consecuencias del cambio climático incluyen más desastres naturales, el aumento del nivel del mar, sequías, escasez de agua, etc.; pero pocas veces nos enteramos de que los más afectados por estas consecuencias serán quienes viven en los países menos desarrollados, zonas marginadas y en condiciones de pobreza.
Los efectos del cambio climático no serán iguales para personas con distintas posibilidades económicas o para distintas generaciones, por lo que se busca ver a la crisis climática desde la perspectiva ética y de los derechos humanos, exigiendo justicia climática para los más afectados.
Además, muchas veces los más afectados son los que menos emisiones aportan. Dentro de los 5 países más afectados por el cambio climático (del 1999 a 2018) están Myanmar, Haití y Filipinas, dentro de los menos afectados se encuentran Bahrain y Qatar. 2 Sin embargo la huella de carbono (toneladas de emisiones de CO2 al año) de los primeros países es mínima a comparación de los segundos.
El primer paso para la justicia climática es reconocer que no todos somos afectados por el cambio climático de la misma manera y actuar desde el privilegio para lograr un cambio.
Debido a los eventos climáticos extremos (sequías, huracanes, incendios, etc), al cambio de las condiciones climáticas y al aumento del nivel del mar, muchas personas se ven obligadas a abandonar sus casas en búsqueda de un futuro más estable y seguro. Un claro ejemplo es Guatemala, donde debido a sequías e inundaciones, quienes dependían de la agricultura están pasando por momentos muy difíciles que los hacen migrar hacia el norte.
Actualmente, únicamente el 1% del planeta es inhabitable debido a su temperatura, para el 2070 este porcentaje podría incrementar a 19%. 4 En el 2017, 68.5 millones de personas fueron desplazadas: un tercio por eventos climáticos como sequías o tormentas y dos tercios por otras crisis humanitarias, incluyendo desertificación, aumento de los niveles del mar y contaminación. Para el 2050, habrá 143 millones de migrantes adicionales de América Latina, el sureste Asiático y África subsahariana.
Es muy común que estos desplazamientos masivos causen estrés en los países o las regiones donde llegan las personas, resultando en conflicto. Por ejemplo, la sequía y escasez de agua en Siria llevó a la pérdida de cosechas, desencadenando una serie de problemas económicos que obligaron la migración de zonas rurales a zonas urbanas. El rápido aumento de la población en zonas rurales y el desempleo llevó a mayor desigualdad; resultando en inestabilidad política.
Actualmente, hay 821 millones de personas desnutridas (2.5 veces la población de Estados Unidos). El crecimiento poblacional, la demanda por productos animales y el cambio climático afecta la disponibilidad, acceso y estabilidad de los alimentos.
El cambio climático también afecta el rendimiento cultivos así como su valor nutricional (el cambio climático hace más difícil crecer alimentos y además los que crecen son menos nutritivos). Debido a esto, se espera que el precio de los cereales aumente hasta 29% para el 2050, lo que pondría en riesgo de hambruna a 183 millones de personas adicionales.
En México, el 23.3% de la población vive en pobreza alimentaria (más de 29 millones de personas) y el 12.5% sufre de desnutrición crónica, siendo las zonas rurales las más afectadas.
Además, las temperaturas extremas causan más muertes por enfermedades del corazón y respiratorias. Se estima que entre el 2030 y el 2050 mueran 250,000 personas adicionales anualmente debido a olas de calor, enfermedades gastrointestinales, desnutrición y enfermedades transmitidas por vectores (como mosquitos).
Cuando cambian las condiciones climáticas, es más fácil que las enfermedades transmitidas por insectos, como el Zika y el Dengue, duren más y lleguen a más ubicaciones.
Es momento de hacer lo que está en nuestras manos para mitigar el cambio climático y evitar el colapso de nuestra civilización. Súmate a la batalla para asegurar un mundo sano para todos nosotros y todas las generaciones del futuro.