Pixels. Luis del Rio
Existen muchos tipos de ecosistemas en el mundo, desde bosques y selvas, hasta desiertos, matorrales y montañas. Día con día otorgan beneficios como materia prima, agua, regulación de enfermedades y del clima, y beneficios culturales y recreativos. Sin embargo, éstos están en declive por el uso insostenible de los recursos naturales. Actualmente, más del 70% de los ecosistemas naturales en el mundo han sido transformados y para 2050 este porcentaje se estima que aumente a 90%1.
La mayor causa de deforestación en el mundo es el cambio de uso de suelo, cambiando un área natural a un área designada para agricultura, ganadería y urbanización. Es muy importante que esto deje de suceder, ya que las plantas son cruciales para atrapar el carbono que emitimos a la atmósfera.
Las emisiones descontroladas de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, entre otros) ocasionan los cambios climáticos acelerados que estamos viviendo hoy en día y aumentan la vulnerabilidad de extinción de las plantas al no poder adaptarse rápidamente a ellos. 2 Tan solo en México, el cambio de uso de suelo es una importante fuente de gases de efecto invernadero, emitiendo en promedio 18.8 toneladas de CO2 anuales.
La desigualdad social, la excesiva demanda de recursos naturales y el interés político y económico han afectado el resto de los ecosistemas naturales en México y el mundo. El problema ambiental está directamente ligado a problemas sociales y económicos que se deben resolver de forma integral para poder enfrentar la destrucción y deforestación de nuestro entorno natural.
Pixels. Pok Rie
La deforestación para la agricultura y ganadería es el canal de cambio de uso de suelo más frecuente, seguido por la tala clandestina y los incendios forestales intencionales. El cambio de uso de suelo puede resultar en la deforestación completa de un espacio natural, en la fragmentación del espacio en parches pequeños o en la alteración del espacio sin un reemplazo total del lugar, pero de cualquier manera el área natural y las especies que vivían allí se ven fuertemente afectadas.
El ecosistema que más ha sufrido por la deforestación son las selvas; México tenía alrededor de diez millones de hectáreas de selva que se recorrían desde el sur de Tamaulipas hasta la frontera con Guatemala, pero hoy en día quedan alrededor de un millón de hectáreas principalmente en áreas naturales protegidas que siguen siendo vulnerables a reducción. Hoy, México ocupa uno de los primeros lugares en tasas de deforestación en América Latina, pierde entre 1.98 millones y 776,000 hectáreas por año.
Las selvas tropicales húmedas son núcleos de vida en donde habitan más del 70% de las especies del planeta y donde viven millones de personas, la mayoría de los cuales en condiciones de pobreza. En los últimos 50 años, el gobierno mexicano fomentó la colonización desordenada de estas zonas, provocando miles de asentamientos humanos e infraestructura por todo el Sur de México, causando una deforestación masiva de la selva.
La biodiversidad vegetal depende de qué tan nutritivo es un suelo. Esta nutrición ocurre gracias a la labor de millones de microorganismos que reciclan los nutrientes de la materia orgánica que está en descomposición. No obstante, agentes como el agua y el viento degradan la calidad de los suelos (también conocido como erosión), y los seres humanos aceleramos este desgaste mediante nuestras prácticas forestales, agricultura y ganadería. A raíz de esto, el suelo comienza a volverse infértil y ya no es funcional para que crezca vegetación.
Actualmente la erosión del suelo es un problema significativo porque la población sigue aumentando y la demanda por alimentos y fibras incrementa todos los días, pero los agricultores no pueden abastecer lo que el suelo no provee.
La erosión continua de ecosistemas áridos y semiáridos, resulta en un fenómeno conocido como desertificación y es algo que se ha visto acelerado con el cambio climático. El aumento de la temperatura y el aumento de los eventos climáticos extremos, incrementa las posibilidades de que grandes extensiones de tierra erosionada presenten condiciones desérticas. Esto tiene consecuencias sociales y económicas fuertes, ya que alrededor de 20% de la población mundial (~1,560 millones de personas) vive en zonas con alto riesgo de desertificarse, los cual ocasiona grandes migraciones y pone en riesgo la seguridad alimentaria.
Es momento de hacer lo que está en nuestras manos para mitigar el cambio climático, restaurar nuestros ecosistemas y conservar nuestro patrimonio natural. Súmate a la batalla para asegurar un mundo sano para todos nosotros y todas las generaciones del futuro.